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Rememorar, evocar a alguien tiene registros muy
diferentes, pues los seres humanos no sólo tenemos un nombre, una profesión, un lugar de residencia, una fecha de nacimiento… No somos sólo lo que dice el Documento Nacional de Identidad. Vamos costruyéndonos a nosotros mismos en nuestras acciones y en el modo de llevarlas a cabo. Por ello, la evocación, el recuerdo de Carlos Soler Poré, nuestro padre, médico oftalmólogo de Elche, contiene además de datos, las vivencias y emociones inscritas en la mirada y en los sentimientos cercanos alojados en quienes le recordamos y queremos hacer extensivo su recuerdo.
D. Antonio Sánchez Guilabert, Presidente de la Comisión de la Revista Ilicitano Ausente ha tenido la deferencia y el cariño de recordar a Carlos Soler Poré, médico y primer oftalmólogo de nuestra ciudad instándonos a escribir unas breves líneas en su memoria y también en la de María Ana Ferrández Cruz, nuestra madre, como su figura inseparable.
Pese a que el Doctor Soler Poré, "Don Carlos" -nombre por el que todavía muchos de sus pacientes le recuerdan con cariño- no era nacido en Elche, motivos sobrados hay para hablar de él en el epígrafe: Ilicitanos para el recuerdo.
Carlos Soler Poré (Valencia 1918-1992) fue valenciano de origen e ilicitano de adopción no solo por la cantidad de tiempo que vivió en Elche, a donde llegó en torno a 1945 y en donde murió en 1992, sino también por la cercanía, su trato cordial amable y su implicación en la vida de nuestra ciudad convirtiéndola en propia. Durante esos 47 años de su vida permaneció en Elche en donde, no sólo se dedicó al ejercicio de su profesión de oftalmólogo, sino también fundó su familia al casarse con María Ana Ferrández Cruz, ilicitana de pura cepa y a la que es ineludible recordar. De ese matrimonio nacieron cuatro hijos: María Jesús, Carlos, Fernando Luís y Ana.
Pero ¿por qué siendo valenciano fue a recalar en Elche?. Habiendo acabado sus estudios realizados en la Facultad de Medicina de Valencia y una vez terminada su especialidad en Salamanca regresó al domicilio familiar y, como todo estudiante ya licenciado pensó en qué lugar podía ejercer su profesión.
Eran tiempos difíciles, no habían pasado ni diez años desde el fin de la guerra civil. España en general estaba en una situación precaria. Época de carestías importantes en la que la necesidad era superior a la abundancia. Carlos decidió irse fuera de Valencia a algún pueblo en donde pudiera prestar sus servicios como médico oftalmólogo. Su primera opción fue Oliva, en donde estuvo un breve tiempo, ya que tuvo noticias de Elche por medio de un exportador de naranja, amigo de la familia. Le sugirió Elche como pueblo interesante para establecerse, ya que sus gentes eran muy emprendedoras y trabajadoras y, a mayor abundamiento, no había ningún especialista de la medicina. Hemos de pensar que en aquellos tiempos los especialistas estaban en las capitales; mientras que en los pueblos o ciudades pequeñas la atención la prestaban los que conocemos como médicos de cabecera que ejercían la Medicina General.
Es así que el Doctor Carlos Soler Poré fue a Elche y ya no se marchó de allí. Realizó su primer viaje a nuestra ciudad en tren y entró en contacto con el Dr. D.Juan Pérez Balaguer, médico oriundo de Játiva, casado con Remedios Benlloch (Torrente), que se había establecido en Elche en el año 1943. Esta mención es importante, porque Don Juan Pérez Balaguer, también médico foráneo, se estableció en una ciudad que a fin de cuentas era nueva para él, constituyéndose en un punto de referencia importante para una serie de profesionales que, alrededor de esos años, llegaron a Elche como era el caso de Carlos Soler Poré (Oftalmólogo), Alfonso Conde (Dermatólogo), José María Carlos Roca (Otorrino), Carlos Morenilla (Ginecólogo), Medardo Laínez... Todos ellos encontraron en él palabras de ánimo y consuelo en unos tiempos algo complicados. Tanto la casa de Don Juan Pérez Balaguer en la Puerta de Alicante, como la Farmacia de D. Rafael Jiménez, conocida como "La farmacia Pinto" en la Corredera, eran lugares de cita obligada para estos profesionales de la medicina que, asimismo, entablaron una sincera amistad.
Con todo, en esos últimos años de la década de los cuarenta y también en los posteriores, el ejercicio de la profesión era arduo habida cuenta de que hasta entonces los especialistas eran inexistentes, siendo Carlos Soler Poré el primer Oftalmólogo (o metge dels ulls, como se decía antes o "el Oculista") que tuvo Elche. En efecto, tenían que ir a las partidas rurales y a otros pueblos cercanos a visitar a sus enfermos para lo cual usaban las galeras y las precarias motos de entonces. Nuestra hermana mayor, Mª Jesús, aún recuerda cuando nuestro padre iba en su moto a Almoradí, a Catral, a Dolores… y le traía algo de allí: pequeñas jarritas de cristal pintadas con florecillas, botijos diminutos…
Anécdotas aparte, los pacientes no sólo eran los que acudían a la consulta, sino que era el médico quien llevaba su atención y cuidados fuera de la misma. Su profesionalidad y su trato cercano le hicieron acreedor de ese "Don Carlos" que designa confianza y afecto.
A su llegada a Elche se instaló en el Hotel Comercio, en la Plaza del Ayuntamiento y que estaba próximo a una pequeña consulta que abrió en la calle Abad Pons, frente al actual "Palmeral y la Dama".
Hombre culto y lector infatigable, no tuvo ningún cargo importante de cualquier signo. Su mejor cargo fue el ejercicio de su profesión y la dedicación a su familia. Conoció a María Ana Ferrández Cruz, en una de las fiestas que antaño organizaba el Casino de Elche. Todavía la hija del doctor D. Juan Pérez Balaguer, Reme (en la actualidad viuda de Manuel Torres), recuerda verlo por la Calle Puente Ortices cuando iba a "festear", término usado entonces, con María Ana que vivía allí. Se casaron el 20 de Septiembre de 1947 y con motivo de su boda, se inauguró la Finca MARÍA ANA después de haber sido remodelada bajo la dirección del arquitecto Santiago Pérez Aracil y Luis Ferrández Cruz, hermano de María Ana.
Curiosamente, ¡quién le iba a decir a nuestro padre que su hijo Fernando Luis, también oftalmólogo y conocido como Dr. Soler, se casaría con Chony Torres, nieta de su querido amigo el médico D. Juan Pérez Balaguer.
En la calle San Jaime, nº 2 tuvieron su hogar María Ana y Carlos hasta que nació su tercer hijo, Fernando Luis, momento en que se mudaron a la casa de la calle Cánovas del Castillo nº 20, lugar en que residirían hasta su fallecimiento en 1989 y 1992 respectivamente. La casa de la calle San Jaime estaba muy cerca de su Consulta que había trasladado a la Calle Eduardo Dato nº 2, enfrente de la papelería La pluma de Oro.
Pronto se adaptó a la vida de Elche que paulatinamente iba incorporando actos de signo cultural como conferencias en el Casino, en donde intervino en varias ocasiones; representaciones en el Gran Teatro; Cine Forum o la Sociedad de Amigos de la Música que organizaba Conciertos en el Cine Capitolio. María Ana y Carlos eran asiduos. Todos sus hijos recordamos haber asistido a conciertos y haber disfrutado de la emoción de ver en una pequeña ciudad de provincias a Arthur Rubinstein, los solistas de Zagreb, José Iturbi y tantos otros.
Es de destacar que nuestros padres nos inculcaron desde nuestra infancia el interés por la Cultura y a ellos les debemos una buena parte de nuestra trayectoria personal.
Por su parte, María Ana, compatibilizaba sus tareas familiares con el honor de ser Camarera de la Virgen de la Asunción, nuestra Patrona. Al principio ayudaba e incluso suplía a su madre Maria Ana Cruz Brú, familiarmente conocida por Mariana, que por su salud no podía ejercer sus obligaciones respecto a los cuidados de la Virgen y del Camarín, lugar en donde permanecía y permanece la imagen en la Basílica de Santa María. Posteriormente, al fallecimiento de su madre, María Ana fue Camarera por derecho propio, tal y como marcaba la tradición. En aquellos años, las Camareras de la Virgen no eran numerosas: Teresa Cosidó, Teresa Ferrández Ripoll, Rafaela Cruz Brú, Concha Tarí, María Serrano, Asunción Montenegro Castro, Carmen Selva, Ángeles Ripoll, Asunción García Ferrández, Ana Gómez, Josefina Sempere, Marichu Vera, Isolina Centurión… Las más jóvenes sustituían a quienes por edad, motivos de salud, o circunstancias estaban más limitadas para atender sus obligaciones. Sirvan estas líneas como homenaje y recuerdo a nuestra madre y a todas las que ya no están.
María Ana, nuestra madre, falleció repentinamente el 9 de Mayo de 1989. Fue una gran mujer. Nuestro padre, el médico Carlos Soler Poré, Don Carlos, el Oculista, hombre honesto y trabajador, amigo de sus amigos, gran conversador, culto y conciliador, valenciano de origen, ilicitano de adopción, querido y respetado, falleció en Elche el 6 de Noviembre de 1992.
Desde aquí, nuestro agradecimiento a La Revista Ilicitano Ausente por la oportunidad que nos ha dado de dedicar estas breves líneas en su recuerdo.
Hermanos Soler Ferrández
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