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Alejandro Ramos Folqués (1906-1984) fue un ilicitano
que dedicó su vida a Elche: a su arqueología, a su historia y a su Festa.
Fue el creador del Museo Arqueológico de Elche, que recibió su nombre en 1982 por un acuerdo plenario del Ayuntamiento de esta ciudad, museo que fue inaugurado el 13 de agosto de 1940 y del que fue Director, cargo que compatibilizó con el de Archivero y Bibliotecario y con el de Cronista Oficial de la Ciudad. También fue Miembro de la Junta Restauradora del Misterio de Elche y, luego, Vicepresidente de su Junta Local además de Presidente de la Sociedad Venida de la Virgen.
Centró su trabajo en La Alcudia, en la que realizó y sufragó cuarenta y nueve campañas de excavaciones arqueológicas y en la que, a sus expensas, creó en 1948 su Museo Monográfico, museo autorizado y reconocido desde aquel año por la Dirección General de Bellas Artes. Museo que amplió en el año 1971 con la construcción del edificio que todavía lo contiene.
Excavador de La Alcudia.
En el año 1935 inició excavaciones arqueológicas de carácter oficial en La Alcudia, fecha a partir de la cual desarrolló un proceso investigador continuo en ese yacimiento que implicó el reconocimiento de sus valores y la consideración de sus aportaciones y fecha a la vez significativa del reconocimiento personal al excavador puesto que desde 1923 el Estado se había reservado el derecho a investigar en este lugar.
Fruto de aquellas excavaciones fueron los grandes descubrimientos arqueológicos que en ella realizó, hallazgos que hoy constituyen las espléndidas piezas singulares que prestigian los dos museos ilicitanos: El Monográfico de La Alcudia y el Arqueológico y de Historia de Elche. Entre esos mencionados hallazgos de La Alcudia destacan la que ha sido llamada “Venus de Ilici” que encontró en el interior de un aljibe de época romana existente en la zona central del yacimiento; los obtenidos en la “domus” del noreste y sus niveles inferiores en los que encontró varios de los grandes vasos ibéricos de cerámica pintada tipo Elche: los hoy conocidos como “La Tonta del Bote”, la “Tinaja de Tanit” y el “enocoe ; los debidos a la reexcavación la basílica paleocristiana, como sus canceles, en la que consolidó su pavimento de mosaico; los hallazgos realizados durante la excavación, en su lateral sur, de una calle que en estratos inferiores al de la basílica aportaron el hoy conocido como conjunto escultórico de La Alcudia: al que pertenecen el torso de guerrero con pectoral, el torso de varón togado, la dama entronizada, la cabeza de grifo y otros, hallazgos que le permitieron enfrentarse a las consideraciones cronológicas del momento y precisar que la escultura ibérica pertenecía, al menos, al siglo IV a.J.C.; también los obtenidos de la necrópolis visigoda existente en el extremo suroeste; los de la que llamó “Casa del Orfebre” en su zona central, entre los que destaca el tesorillo que permanecía ocultado en una de sus paredes; en el sureste los localizados en la excavación de una casa ibero-romana con un área de culto relacionada con cabezas cortadas; en el noroeste del yacimiento los debidos a la excavación de un sector de estructuras ibéricas en las que localizó la que llamó “tienda de alfarería”, con más de un centenar de recipientes cerámicos ibéricos y de importación; en el sector 5-F del yacimiento descubrió el llamado Mosaico Helenístico de La Alcudia acompañado de ricos objetos; y también los procedentes de la excavación de los pozos manantiales de la zona este y las construcciones de alcantarillado existentes al sur de ellos.
Investigador.
Desde el inicio de sus excavaciones en La Alcudia, en el ya mencionado año 1935, y a lo largo de las cuarenta y nueve campañas que en ella realizó, Alejandro Ramos Folqués mantuvo abiertos una serie de temas que le preocupaban y que, en consecuencia, enfocaron sus trabajos con la finalidad de obtener el esclarecimiento de los mismos: en primer lugar la estratigrafía del yacimiento, que precisó con la demostración de la existencia de una secuencia que comprendía desde niveles prehistóricos hasta la época visigoda. Así, de la lectura de las publicaciones de Alejandro Ramos Folqués se desprende hoy que aquellas tinieblas relativas a la escasez de datos para establecer una estratigrafía habían quedado completamente desvanecidas al demostrar y presentar la existencia de varios estratos perfectamente definidos, que correspondían a varias épocas diferentes de la prehistoria y la antigüedad ilicitanas, aclarando con ello el conocimiento de las distintas etapas de La Alcudia, analizando las peculiaridades de cada una de ellas, evidenciadas por los modos de vida, costumbres y religiosidad que tuvieron las gentes que, en sus distintas épocas, habitaron este lugar en cada uno de los períodos correspondientes a cada estrato, puesto que La Alcudia permite seguir los pasos del tiempo e identificar la secuencia cultural que conserva.
Otra de las cuestiones que motivaron su trabajo fue el estudio de la cerámica ibérica que inició con las precisiones referentes a la temática de su decoración, a los motivos ornamentales, con el primer ensayo realizado en esta investigación alusivo a la identificación de las imágenes representadas, y a las técnicas de su ejecución; así como a la cronología de sus sucesivas producciones. Su trabajo fructificó y logró establecer la secuencia de los diferentes tipos que presenta esta cerámica, pues realizó su clasificación en función de las etapas a las que se asocian las distintas decoraciones que presenta, desde las exclusivamente geométricas y, después, las de representaciones zoomorfas y antropomorfas, hasta las de tradición ibérica pintadas sobre olpes romanos.
El tercero de los temas que ocuparon básicamente su atención lo constituyó la escultura ibérica, estudio que inició con sus trabajos sobre la Dama de Elche y que culminaron con la documentación que, fruto de sus descubrimientos de excavación en La Alcudia, le permitió precisar la cronología de esta producción escultórica, fijando además la secuenciación de las producciones ibéricas con esta afirmación: ...“cuando los ceramistas con sus pinceles, se disponían a decorar los vasos con aves, cuadrúpedos, figuras humanas, tallos, flores y abarrocados dibujos, las excelentes esculturas que hábiles manos de sus antepasados esculpieron habían sido arrancadas de los templos y de los pórticos, y destrozadas en mil pedazos yacían por los suelos o formaban parte, como material de construcción, de las casas en que ellos habitaban” ...
Fue autor de muchos libros, entre los que se encuentran la Historia de Elche, La cerámica ibérica de La Alcudia y La Dama de Elche, y de cientos de estudios publicados en revistas científicas que recogieron los testimonios de sus descubrimientos.
Aportó a la investigación arqueológica la fijación de la cronología de la escultura ibérica, la clasificación de la cerámica ibérica, el conocimiento de la estratigrafía de La Alcudia y la precisión de los estudios sobre la Dama de Elche.
Alejandro Ramos Folqués, Académico Correspondiente de la Real de la Historia, del Instituto Arqueológico Alemán, del Centro Internacional de Viterbo y de la de Bellas Artes de San Jorge, Director Correspondiente del Centro de Cultura Valenciana, del Instituto de Estudios Ibéricos y Comisario de Excavaciones Arqueológicas, fue distinguido por el Estado español con la Medalla de Oro de la Orden de Cisneros y con la Medalla al Mérito, la Academia de San Carlos le otorgó la Medalla al Mérito en las Bellas Artes y el Exmo. Ayuntamiento de Elche, en 1980, acordó concederle el título de Ilicitano Ilustre.
Rafael Ramos Fernández |
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