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Nacido en Elche, en la calle Solares y segundo de 7 hermanos vivos, cuenta la historia que pasó su infancia y juventud entre estudios y juegos, siendo el ciclismo su gran afición, relatando cómo el ir a Crevillente y volver, era el circuito que se utilizaba en sus retos ciclistas. Relataba que el hecho de haber superado con éxito en su infancia, 3 neumonías sin antibióticos le dio capacidad de resistencia, para alteraciones de salud venideras.
Inagotable lector, sus preferencias residían en pasajes e intérpretes de la Historia, hasta el punto de haber participado en alguna disertación, en las sesiones que organizaba D. Antonio Martínez “Pin” en los salones de la Peña Madridista en una época exenta de medios de locomoción y de circuitos televisivos. No asistimos por nuestra edad al evento, pero por nuestro conocimiento de él, estamos seguros de un estudio profundo, alimentándose de varios autores y reservando toda opinión al alcance de los autores consultados.
Con un afán extraordinario por el saber y el descubrir, acudía con gran interés al conocimiento que le aportaban los viajes, siendo tan ilusionante para él, los preparativos para visitar las cuevas de Tito Bustillo en Burgos, por ejemplo, como el amanecer (muy posteriormente) en tierras de Japón o en Bali, salvando lo salvable. Sin embargo, no dejaba de comentar que la vista que realizó a Tierra Santa, le dejó una huella de tal calibre, que le acompañó para siempre.
Así, introduciría en esta aportación su gran espiritualidad; “la Divina Providencia” era frase que le acompañaba constantemente, a ella se acogía en los momentos de duda e incertidumbre y en ella se acomodaba en su íntima alegría. De práctica religiosa continuada, no dudaba en seguir formándose a través de la lectura, otra vez, y con actividades que podrían ser desde las reuniones de matrimonios en periodo mensual, con la pertenencia a “La Adoración”, como las aportaciones de terceros (por ejemplo el P. Forteza S.J.).
Gran amante de la música, intentó que los de más participáramos de su disfrute y a través de comentarios, audiciones y grabaciones que él personalmente realizaba, nos alimentó en esta faceta; para los neófitos eran muy agradables y formativos los comentarios que añadía a las obras que grababa, aportando breves reseñas del autor, del intérprete o del ambiente en que se desarrollaba la misma. De aquí a que acudiéramos a las sesiones musicales organizadas por “Amigos de la Música” en la sala Capitolio, fue todo uno.
Y de nuevo, la lectura se convertía en fuente de deleite, formación y disfrute, y … ¡en qué medio!... ¿Seríamos capaces de imaginar un ambiente de lectura serano y plácido, tras una larga jornada laboral, en el sillón de casa, rodeado de tus 5 hijos, entre los 12 y los 4 años (por supuesto sin televisión), unos con deberes de colegio pendientes de hacer, otros con ganas de juego y seguro que alguno con ganas de “meterse” con otro…? Bien, no recordamos un grito, ni un mal gesto… todo lo más aquello de: “… cuidado, que os vais a hacer daño…”
Hasta el año 1991 en que dejó de acudir a la Farmacia, su dedicación a la misma era total. Relataba que quien ha estado de guardia todo un mes y sólo, no tenía dificultades para desempeñar su función a posteriori.
La “Farmacia de las 4 Esquinas” (calle Victoria esquina a Corredora), representaba un lugar de múltiples facetas; en ella no nos aburríamos, siempre había actividad, siempre había personajes, unos fijos y otros ocasionales, que destilaban vivencias y desconocían que, con su forma de ser y actuar, eran fuente de aprendizaje. Referir la presencia y actividad laboral en la misma, de D. Rafael Antón es obligada, así como posteriormente la de D. Pablo Ferrando. Pero nos acordamos entre otros (siempre nos olvidaremos de más de uno) de D. Juan Vives, cuya relación y amistad transmitía por sus actos y comentarios, extendiéndose a imborrables días de campo utilizando, por supuesto, la tartana como medio de transporte para desplazarnos hasta Altabix (“pasant la vía”) de D. Senén Cano, de voz grave y afable, que con su presencia notable chocaba con su exquisitez y cordialidad con nosotros; a D. Marcelino Sánchez que acompañado perennemente de sus muletas, probablemente por una secuela poliomielítica, hacía una “paraeta” entre su domicilio y el casino, aunque sólo había que estar y oír para saber, puesto que hablaba de forma torrencial y potente, con una mirada diluida en el cristal de la puerta que daba a la Corredora, independientemente que tuviera compañero en la conversación. Al final sabías lo que pensaba (no era amigo de lindeces) lo que iba a hacer y lo que no. También D. Alejandro Sansano, antiguo titular de la Farmacia, que no desaprovechaba cada vez que nos veía, para ponernos en un brete: “… y tú ¿a quién quieres más, a tu papá o a tu mamá…?” Nuestro padre intentaba mediar y diluir la situación y D. Alejandro decía: “…deixa-ho i que ho pense…”. D. Joaquín Ruiz, gran amante de la pesca, que en una ocasión manifestaba: “…Xé! Este diumenge picaben tant, que no poía ni feme un cigarro…” Ya en la última etapa, eran D. Antonio Espinosa y D. Julio Mompó, quienes tomaron el relevo.
¡Pero qué gran centro humano! Allí no era infrecuente ver a unas madres amamantando a sus hijos, madres a las que les cogía, en su deambular por la ciudad, la hora de dar el pecho y quizás pensaban que la Farmacia de las 4 Esquinas era un sitio digno y noble, avalado por las personas que en ella estaban (sin duda) para tan entrañable e íntimo acto; allí también estaba la “gayata” de algún lisiado que no se supo nunca en medio de qué gran confusión, la dejó olvidada; allí se hacían las fórmulas magistrales con su juego de pesas y medidas, sus morteros y espátulas, observando cómo tras la manipulación, de polvos y grasas, salían cremas; de la manipulación de heterogéneas texturas, uniformes componentes.
Se percibía la importancia también de la farmacopea veterinaria hoy en desuso relativo y, por extensión también, hemos recordado las veces que acudíamos con él, a la vacunación de aves.
En este ambiente de trabajo, su bondad y ganas de ayudar eran tan elocuentes como naturales, desprendía honradez y confianza; así, nos comentaba una mujer con raíces en Daimés, que siendo ella joven y los medios de transporte los que eran, su padre le comentaba: “…tú, si per lo que siga, tens algún problema en el poble, no tens que apurate ni tindre por, t’arrimes a la Farmacia de les 4 Esquines y preguntes per D. José, ell te dirá qué tens que fer…” Si alguien confía tan plenamente, en que una persona, es valedora de ¡nada menos! que nuestra hija, los valores de esa persona son infinitos.
¡Cuántas cosas desde la Farmacia! Era visita obligada. ¿Cómo nos podíamos perder esto?
En contadas ocasiones, acudíamos y… nuestro padre, no estaba. Comenzábamos la búsqueda por la tienda de Rogelio Fenoll y cruzábamos hasta el estanco (Chester, Lucki, Phillips Morris, Pall Mall), seguíamos por Valentín y la barbería con “el Mestre” y Ramón, veíamos a D. José Doló (todo un caballero) tras pasar la imprenta de Agulló, y por delante de Tejidos Brotons, y por debajo del gran cartel que anunciaba a D. Doroteo Bermejo (qué eficacia, qué paciencia la de D. Doroteo) cruzábamos hasta Monferval (descartábamos el que nuestro padre estuviera en Brufal) y de allí a la Imprenta de Matías Gonzálvez, junto a la platería de Segarra y al Banco de Bilbao, alcanzando hasta la óptica de Morell y la heladería de Miquel, frente a Brotons, y la escuela de Singer junto a la farmacia de Pomares… y cuántas veces, nuestro padre estaba dentro de la Farmacia, manipulando quizás bicarbonato, quizás colocando productos en la estantería correspondiente; todo era actividad. Por cierto, la habilidad para cerrar las bolsas de papel con el contenido interior que fuere y que permaneciera la manipulación del papel sellada y estable, y todo ello sin necesidad de celofán, grapas o gomas, era todo un misterio para los no iniciados.
También en su día, formó parte de la Farmacia, la entonces recién licenciada Dª Ángeles Cámara que se fogueaba en las distintas habilidades de farmacopea y administración; no era especialmente nuestro padre hombre de manifestaciones cariñosas externas, aparentemente poco expresivo pero siempre atento y hasta… caballeroso con Ángeles (hermana de D. Pascual), se desprendía un “algo más” que no se traducía ni en buenas palabras, ni en mejores recomendaciones; pasó el tiempo y en los últimos años de su vida, nuestro padre, recordando vivencias con su hermano Juan al que tan entrañablemente se sentía unido, hablaban entre otras cosas de Dª María Esclapez (madre de Ángeles y Pascual Cámara) amiga de la casa, que motu proprio y en época de gran escasez y peligro, finalizando nuestra guerra civil, acudió a casa de nuestra abuela María Sánchez Aznar con un “mocaoret de figues seques y un grapaet de almeles” que fueron un gozo y una muestra ingente de valor y cariño; aquel gesto todavía se recordaba 70 años después.
¡El valor de los gestos y de las cosas!
Por último, comentaremos que existe un baremo poco reproducible pero aceptado, que indica que las sociedades en general se nutren y mejoran con aquellas personas que son capaces de dar horas propias para actividades que benefician a otros; pues bien, con su relación con el Elche CF, como proveedor de asistencia farmacéutica, así como de la entonces denominada Farmacia de la Beneficencia Municipal, con y sin dificultades para el cobro (también entonces había desequilibrios) y su presencia como colaborador en la Cofradía del Nazareno, de la que tan orgulloso y abrumado se sentía por ser Presidente, así como con la Sociedad Venida de la Virgen, Peña Madridista o Casino de Elche, además de todas las extensiones inherentes al desempeño de su labor como farmacéutico, nos hacen pensar que probablemente nuestro padre ha colaborado, como tantos otros anónimos, en la mejora de nuestra sociedad local.
Acabamos, esta vez sí. Recientemente se despedía Monseñor Monteiro, nuncio del Vaticano en España, del Presidente del gobierno por abandonar el cargo para pasar a la Curia; a su salida comentaba que al Presidente le había recomendado tres actividades: trabajar, leer y rezar; sin habérselo propuesto, nos recordaba las principales actividades de nuestro padre.
Hermanos Serrano Ripoll
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