|
El artículo publicado por la revista francesa Journal of Cultural Heritage titulado Cenizas de huesos humanos encontrados en la Dama de Elche (siglo V-IV a.C.) revelan su uso como antigua urna funeraria, de los investigadores María Pilar Luxán y Fernando Dorrego, ambos del Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), José Luis Prada, del Centro Tecnológico de Conservación del Patrimonio de la Universidad Autónoma de Barcelona, y Juan Fernando Dorrego, nos da un nuevo dato sobre el busto de piedra policromado de tamaño natural conocido como la Dama de Elche, la más emblemática obra de arte ibérica, aparecido en 1897 en el yacimiento arqueológico de La Alcudia, en la ciudad de Elche. Pero este nuevo dato es de una importancia inusual, tanto por su esencia como por su contundencia. No es una propuesta, una hipótesis o una deducción muy probable. Es un hecho probado científicamente. (M.P. Luxán, et al., Human bone ashes found in the Dama de Elche (V-IV century B.C.) reveal its use as an ancient cinerary urn. Journal of Cultural Heritage (2011), doi: 10.1016/ j.culher.2010.12.006).
La Dama de Elche posee una cavidad en su parte trasera, de forma ovalada de 18 cm de anchura y 16 cm de profundidad, cuya función ha sido objeto de varias hipótesis sin confirmar desde su hallazgo, hipótesis como depósito de ofrendas, hueco para su anclaje, caja de resonancia, urna cineraria... La investigación que originó la publicación de que estamos hablando se centró en el análisis de esa cavidad y de los datos que nos pudieran llevar a saber cual es su utilidad.
Un estucado superficial de yeso cubre toda la escultura y sirve de base para su policromía. Este estucado también ha sido detectado en la superficie de esta cavidad, y es en él, donde ha sido identificado el uso del busto como urna cineraria, debido a la detección de cenizas con restos de fósforo y calcio procedentes de huesos y dientes humanos. La introducción de las cenizas con restos humanos se produjo cuando estaban todavía muy calientes, lo que quiere decir que fue directamente desde la cremación. Así, estas provocaron altas temperaturas y cambios de humedad que disolvieron y recristalizaron el yeso del estucado, lo que permitió una absorción y posterior fijación de las cenizas en él. La aparición de iones de estroncio en los análisis certifica el hecho de que las cenizas se colocaron todavía muy calientes.
La comparación de estos restos con los de otros yacimientos ibéricos confirma los datos obtenidos. Estos resultados son coherentes con los ritos funerarios de cremación propios de la Cultura Ibérica, que incluyen la colocación parcial o total de las cenizas del difunto dentro de una urna. Debido a la escasa capacidad de la cavidad de la pieza ilicitana, unos 2500 centímetros cúbicos mientras que la Dama de Baza tiene más de 9000, la colocación de los restos del difunto tuvo que ser parcial. Este hecho no es relevante, ya que se trataría de un acto simbólico.
Este descubrimiento va a jugar un importante papel de ahora en adelante en la interpretación de las antiguas excavaciones realizadas en la parte sur del yacimiento, especialmente en el sector donde apareció el famoso busto ibérico. Nuestro escepticismo ante las premisas con las que la Ilici ibérica es observada debe incrementarse hasta el punto de eliminar todo lo no empíricamente cierto y avanzar cimentándonos en datos demostrables. La Dama fue descubierta de forma casual y los datos que tenemos de ese hecho proceden de interpretaciones de las personas que estuvieron presentes, muy ajenas a la arqueología. De forma indirecta se han obtenidos elementos descriptivos de las condiciones en que se encontraba enterrada la pieza hasta llegar a deducciones que debemos dejar de usar por la falta de rigor de su procedencia. A día de hoy, no podemos saber más que la Dama de Elche estaba enterrada en un lugar de la parte sureste de La Alcudia. No podemos saber si fue una ocultación intencionada, si estaba en su sitio original, qué la rodeaba y ninguno de los datos que de forma legendaria envuelven las circunstancias de su hallazgo.
Alejandro Ramos Molina
Subdirector de la Fundación L'Alcudia
|
|