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Algunas de las últimas campañas de excavaciones arqueológicas en el yacimiento de La Alcudia de Elche han servido para sacar a la luz parte de unas termas en muy buen estado de conservación. La investigación está todavía en curso, tanto de las estructuras como de los materiales, y las excavaciones proseguirán durante futuras campañas, por lo que las conclusiones son de carácter provisional.
Estamos hablando, nada más ni nada menos, del origen de las instalaciones vinculadas con la salud y el deporte en nuestra ciudad, y vamos a constatar que las hoy existentes tuvieron unos más que dignos precedentes. Así, en las Termas Orientales de Ilici destaca una impresionante piscina, tanto por su tamaño como por su conservación, y un magnífico mosaico polícromo que pavimenta el vestíbulo de acceso. Aspectos muy importantes son también la extraordinaria infraestructura de canalizaciones y el hecho de que el alcantarillado urbano discurriera por debajo de los niveles de pavimentación del edificio, cuestión que garantizaba una perfecta evacuación de las aguas residuales.
Desde el vestíbulo se da paso a una letrina, con pavimento de mosaico blanco de piedra caliza pulida. Las termas eran edificios en los que se pagaba por entrar, pero era obligatoria la existencia de unas letrinas en la entrada a las que todo el mundo podía acceder de forma gratuita. Tiene una hornacina en su parte central y contaría con dos bancos de madera enfrentados que deberían haber existido sobre sus canalizaciones.
También desde el vestíbulo se accede al vestuario, apodytherium, de unos 35 metros cuadrados. Para ello hay que descender por una escalera de dos peldaños. Probablemente esta estancia contara con un sistema de calefacción vertical en su pared Oeste y también con iluminación natural gracias a las, al menos, cuatro ventanas de vidrio de 3 mm de grosor, de aproximadamente 0,60 metros cuadrados de superficie cada una, que se disponían en la parte superior de la pared norte. Las ventanas de vidrio comienzan a utilizarse en este tipo de edificios a partir de las primeras décadas del siglo I permitiendo la entrada de luz sin pérdida de calor, con el consiguiente paso desde el denominado balneolum angustum tenebrosicum (baños pequeños, estrechos y tenebrosos) a grandes baños que los frecuentadores despreciaban, como decía Séneca: si non ita aptata sunt ut totius diei solem ita fenestris amplissimis recipiant (si no podían recibir el sol todo el día a través de las amplísimas ventanas). En nuestro caso las ventanas deberían estar a bastante altura ya que la parte conservada de los muros supera los dos metros y en ellos todavía no se observa ningún vano.
El vestíbulo comunica por el oeste, gracias a una escalera de cuatro escalones, con una dependencia orientada de este a oeste que alcanza una longitud de 24 m. Esta estancia ha sido identificada como el frigidarium, tanto por sus características como por su ubicación en el edificio. Es la dependencia donde se practicarían los juegos y los deportes propios de estos edificios. Junto a esta gran sala destaca la presencia de una gran y muy bien conservada piscina de aproximadamente 11 por 8 m, con cuatro escalones en su lado este y con una base o podium desde donde saltar al agua. Cuenta con una profundidad media de aproximadamente 162 cm. Esta piscina está complementada por una zona porticada, stoa, ubicada en su lado occidental, de aproximadamente 6 por 11 m de superficie y con tres columnas de piedra caliza. Paralelo al lado Norte de la piscina discurre de forma subterránea el alcantarillado de la ciudad que en este edificio entra formando parte de su red de canalizaciones.
En la esquina noroeste se encuentran las dependencias con sistemas de calefacción denominados hypocaustum, es decir, de doble suelo con cámara intermedia donde a partir de unos hornos adyacentes, praefurnium, se les podía regular la temperatura y crear ambientes templados, tepidarium, o ambientes calientes, caldarium. En estas estancias tendrían lugar los baños calientes, los masajes y las depilaciones, llevadas a cabo siempre por personal especializado propio de cada edificio termal.
Los testimonios arqueológicos encontrados en las campañas de excavaciones aquí desarrolladas parecen querer transmitirnos que se trata de unas termas de época altoimperial levantadas sobre otras originales del siglo II a.C., mucho más rudimentarias y sencillas, de las que sólo hemos tenido información arquitectónica en sondeos realizados por debajo del suelo del vestuario. En cuanto a la fecha de construcción del edificio tal y como lo hemos descrito debemos pensar que su apogeo lo alcanzó a finales del siglo I o a principios del II d.C., quizá fruto de una mejora de una construcción anterior levantado en los momentos inmediatamente posteriores a la declaración de la Colonia Iulia Ilici Augusta.
A pesar de la entidad de estas termas, denominadas Orientales únicamente por encontrarse en el lado este del yacimiento, de las que podemos afirmar que hay muy pocas en las provincias del Imperio Romano que tengan piscinas de este tamaño, les diré que La Alcudia cuenta con al menos otras de similares características, las Occidentales. Empezadas a excavar por Pedro Ibarra en 1898 y con adelantos en su investigación en la actualidad, nos permiten planificar un nuevo proyecto de excavaciones para descubrirlas por completo. La presencia de estos dos edificios termales ha convertido a La Alcudia de nuevo en sitio idóneo para conocer mejores y nuevos detalles sobre estos antiguos espacios deportivos y de ocio de época romana. Además, con este tipo de hallazgos es más fácil comprender por qué seguimos siendo una ciudad admirable en lo que a sus instalaciones se refiere.
Alejandro Ramos Molina
Subdirector de la Fundación L'Alcudia
Fotografías de VCrown |
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