LAS APARICIONES
El origen de la advocación mariana de la Medalla Mi lagrosa lo encontramos en París, en las apariciones que tuvieron lugar en la capilla del convento de las Hijas de la Caridad en la rue du Bac en el año 1830. En Abril de ese año Catalina Labouré, una joven del 24 años, había ingresado como novicia en dicha orden. Huérfana de madre desde los 9 años, Catalina dicidió que su madre desde entonces fuese la Virgen María, profesando así desde niña un profundo amor por la Santísima Virgen.
A los pocos meses de su ingreso en el convento como novicia tuvieron lugar las apariciones. La primera de ellas, en la noche del 18 de Julio, víspera de la festividad de San Vicente de Paul (fundador de la orden) Catalina cuenta como, a eso de las once y media de la noche, la despertó un niño y le dijo que se preparara y acudiera a la capilla, que iba a ver a la Santísima Virgen. Se dirigió hacia allí y entró, encontrándola toda iluminada. Con total naturalidad la Virgen entró en la capilla, sentándose en una de las sillas del presbiterio mientras Catalina permanecía arrodillada a su lado y apoyada en su regazo la escuchó durante toda la noche. La Virgen la preparó para sus siguientes apariciones, sobre como debía enfrentarse con sus superiores para transmitirles un mensaje de su parte, le advirtió de las grandes pruebas a las que se vería sometida, la incredulidad de los demás, las dudas y también, entre lágrimas, le habló del futuro de Francia vaticinando que se iba a derramar la sangre de los reyes, así como la e muchos sacerdotes y religiosos (como así fue durante la Revolución de 1870-71).
La segunda aparición tuvo lugar algunos meses después, en la tarde del 27 de Noviembre (fecha que se ha establecido en el santoral para la celebración de la festividad de Ntra. Sra. De la Medalla Milagrosa). Estando en la capilla, Catalina creyó escuchar a su espalda un sonido, como el roce de un vestido y al girarse vio en una capilla, como en un cuadro, la imagen de la Virgen en pie sobre una superficie en forma de medio globo blanco y bajo sus pies una serpiente. Las manos estaban elegantemente a la altura del pecho y entre ellos sostenía una esfera dorada con una cruz encima, la mirada de la Virgen dirigida hacia el cielo. Catalina es muy detallista a la hora de describir esta imagen, hablando del vestido de la Virgen, el manto que la cubre hasta los pies, la distribución del cabello e incluso detalles del encaje del vestido a la altura del cuello o los anillos con piedras preciosas que lleva en sus dedos y de los que salen rayos como haces de luz que se derraman hasta sus pies. Esta primera imagen es totalmente silenciosa.
En un segundo cuadro la imagen cambia de posición; desaparece la esfera dorada de entre sus manos que separa hacia sus lados extendiendo los brazos, desciende la mirada hacia Catalina y aparece a su alrededor en forma de óvalo desde la altura de su mano derecha en letras de oro la plegaria: "Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos". Entonces sí escuchó la voz de la Virgen, que le describía: "el globo dorado representa al mismo tiempo al mundo entero… y a cada persona en particular; el brillo de los rayos son el símbolo de las gracias que yo derramo sobre quienes me las piden".
En un tercer cuadro esta imagen se giraba y en la parte posterior aparecía la letra M mayúscula, coronada con una cruz, apoyada sobre una barra y debajo de ella aparecían los corazones de Jesús y María. Entonces una voz le dijo: "Haz acuñar una medalla según este modelo, las personas que la llevaren en el cuello recibirán grandes gracias; las gracias serán abundantes para las personas que la llevaren con confianza".
En el mes de Diciembre del mismo año tuvo lugar una tercera aparición, muy similar a la anterior pero en diferente lugar de la capilla, esta vez en el altar mayor, tras el tabernáculo.
LA IMAGEN
La imagen de la Milagrosa que se conserva en la Parroquia de San José, en el primer retablo a la izquierda del Presbiterio, responde pues a esta descripción de las visiones de Santa Catalina Labouré. Es una figura de molde realizada en escayola o pasta de madera en los talleres de Olot (Gerona) en la década de 1940, de donde salieron gran parte de las imágenes realizadas tras la Guerra Civil, para reponer las destruidas durante la contienda. Como se puede leer en un marchamo que tiene la imagen en la parte trasera-inferior del manto el nombre del taller era "Las Artes Religiosas". Así mismo, en la parte trasera de la imagen, en una placa ovalada que tiene en su base poligonal se puede leer la dirección de la tienda donde fue adquirida: EL ARTE CATÓLICO, Bochaca, Obispo 2. Barcelona.
Se trata de una escultura de culto redondo, de tamaño algo inferior al natural (1, 68 de altura) y representa a la Virgen María con los brazos extendidos en actitud dadivosa, a ambos lados del cuerpo, con las palmas hacia fuera y ligeramente adelantadas del tronco. Se encuentra de pie sobre una media esfera celeste y a sus pies encontramos la imagen de una serpiente.
La cabeza está cubierta con una sencilla toca blanca y ceñida por una corona ducal de 6 pináculos en forma de flor de lis. Bajo la toca aparece el cabello suelto, partido por la mitad desde lo alto de la frente y derramándose ligeramente sobre sus hombros.
Está vestida con una túnica blanca, con el talle marcado por debajo del busto, en tono marfil y con profusión de dibujos en dorado simulando bordados.
Los hombros y la espalda están cubiertos hasta los pies por un manto en azl celeste con veladuras de diferentes matices que simulan los claroscuros de los pliegues de la tela; todo el manto está delimitado por una cenefa en oro viejo.
A pesar de estar realizada con moldes, esto es, un grupo de imágenes realizadas en serie, cada una de ellas se policromaba después con óleos y a mano; esto hace que aunque conocemos otras copias de la Milagrosa en ciudades de Murcia, Alicante o Valencia, elaboradas a partir del mismo molde, no son clones exactamente iguales, cada una tiene algún matiz que la hace única.
En concreto de nuestra imagen de la Parroquia de San José destacaríamos el color y la expresión del rostro, única parte que apenas se tocó durante la restauración a la que fue sometida la escultura en el año 2001, salvo una limpieza muy superficial. En él contrasta la palid3ez de la piel con el trono sonrosado de las mejillas, el brillo de los labios ligeramente esmaltados para que parezcan húmedos y la expresión de los ojos, que a pesar de ser de cristal, transmiten una agradable sensación de paz, tranquilidad y ternura en aquellos que la contemplan desde abajo, pues su mirada se inclina y se dirige hacia ellos.
LA IMAGEN Y LA ASOCIACIÓN DE LA MEDALLA MILAGROSA EN LA PARROQUIA DE SAN JOSÉ
La devoción hacia la advocación de la Medalla Milagrosa está estrechamente ligada a la orden religiosa de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, por pertenecer a esta congregación Santa Catalina, la vidente de la medalla. La presencia de estas monjas en el Hospital que se encontraba situado en el antiguo Convento de San José es sin duda el germen de la devoción hacia la Milagrosa en nuestra ciudad.
Gracias a su trabajo a favor de los más pobres y necesitados estas mujeres supieron sembrar entre los ilicitanos el amor y cariño hacia "su" Virgen de y de esta manera a pesar de haber dejado la orden nuestra ciudad en la década de 1960, el cariño hacia la Milagrosa es algo palpable y evidente en Elche hasta el día de hoy.
La asociación de la Medalla Milagrosa, con sede en la Parroquia de San José son los encargados en la actualidad de mantener y promover la devoción a la Virgen bajo esta advocación. La presencia de la Milagrosa en toda la ciudad está patente en las pequeñas urnas con la imagen de la Virgen que recorren nuestras calles y visitan nuestras casas (Visita domiciliaria). Estas imágenes tienen una pequeña hucha para recoger donativos destinados al mantenimiento del culto a la Virgen así como a numerosas obras de caridad. Algunas de estas urnas también acompañan a nuestros enfermos durante más tiempo para confortarlos en esos momentos difíciles (Virgen enfermera).
A esta labor permanente de difusión del culto a la Milagrosa añadiríamos la celebración que se lleva a cabo cada 27 de Noviembre, festividad de la Medalla Milagrosa, con una Solemne Misa en la que se bendicen y reparten medallas a los fieles asistentes.
Aunque sin duda la más conocida por todos los ilicitanos sea la celebración de Mayo, mes dedicado especialmente por la Iglesia a la devoción a la Virgen; el último domingo del mes y tras un solemne triduo (jueves, viernes y sábado anteriores) la Milagrosa sale en procesión por nuestras calles, acompañada por miembros de la Asociación de la Medalla, los niños y niñas que ese año han recibido su Primera Comunión y todos los fieles que deseen acompañarla. La presencia de la Virgen por nuestras calles, con esos rayos de luz que descienden de sus manos, viene a recordarnos a todos, una vez más, la gratuidad de los dones de Dios.
Un dato curioso: el trono sobre el que procesiona la imagen de la Virgen por nuestras calles era propiedad de la Virgen de los Dolores. Al ser sustituido por el que llevó durante muchos años hasta hace poco éste quedó en desuso, y conociendo esta circunstancia, Doña Josefina Javaloyes, durante mucho tiempo presidenta de la Asociación de la Medalla Milagrosa, se lo solicitó a Don José Ferrández, por entonces alcalde de la ciudad.
Así, tras una pequeña reforma en que se le añadieron los relieves alegóricos a la Medalla y pintarlo de azul y blanco (los colores asociados a la Virgen) la Milagrosa viene procesionando en él desde entonces.
Juan María Brotons Gonzálvez
Ilicitano Ausente
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