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El pasado mes de enero la pequeña imagen de San
Antón (San Antonio Abad) volvió a salir a la calle, a visitar su centenaria ermita. San Antón sigue siendo una de las fiestas más populares, que ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder en tradición. Ha pasado de ser una celebración gremial, cuando la alpargata era uno de los motores industriales de la ciudad, a ser fiesta patronal del barrio que le acogió y del que recibió su nombre tras la desaparición de esta industria por su transformación a la del calzado.
La pequeña imagen del santo actualmente se venera en la parroquia y barrio que llevan su nombre. De autor desconocido, la imagen es de factura moderada, de las llamadas “cap i pota” o candelero. Solo tiene talladas y anatomizadas la cabeza y las manos, el resto es una estructura de madera y pasta. Aunque es sencilla posee gran laboriosidad y detalles en la cabeza y barba; siendo las manos y pies mas toscas. Mide 1,15cm y representa a un monje anciano con pelo y barbas blancas, por ello es conocido en Elche como “Sant Antoni, el de les barbes blanques”. A sus pies tiene el característico cerdito realizado en pasta, de color negro y con peana totalmente independiente. La vestimenta de la imagen no ha variado prácticamente en nada a través de los años. La imagen viste hábito de monje compuesto por: túnica blanca atada con cordón dorado, sobre ella escapulario con la “thau” bordada y capa con capucha granates con pasamanerías dorados.
Como toda imagen religiosa, cuya finalidad es la de catequizar sobre la vida y virtudes de aquellos que la iglesia exalta como modelos de vida cristiana o sobre la divinidad y la veneración en su memoria, la imagen ilicitana de San Antón tiene un mensaje simbólico y alegórico que el autor ha plasmado ricamente y; que, en la actualidad se nos suele escapar dado que este lenguaje ya no es tan necesario como cuando la gente no tenía acceso a los libros. Como decía la imagen nos muestra a un hombre de avanzada edad con larga barba lo que se identifica con gran experiencia vital y sabiduría. En su mano derecha porta una vara o cayado símbolo de la confianza, apoyo y esperanza en Dios ante las dificultades, así es recogido en el Antiguo Testamento por ejemplo con patriarcas y profetas como Noé, Moisés... y en los salmos; la vara seca está florida: encontró respuesta y auxilio en la dificultad. Esta característica no se suele encontrar en otras imágenes del santo es propia de la imagen ilicitana y así aparece en los documentos mas antiguos conservados-. De esta misma mano cuelga una campanilla, distintivo también del Santo, que portaban en la antigüedad sobre todo el ganado como protección, aunque también se tenía en las casas. Estas campanillas o cencerros bendecidas el día de San Antón se les ponían para ahuyentar los “malos espíritus”, las enfermedades tales como la peste. La campanilla que porta la imagen es de plata y tiene grabada en el centro nuevamente, entre filigrana, el símbolo antoniano de la “Thau”: ultima letra del alfabeto griego -insignia de la extinguida Orden Antoniana y actualmente de la Franciscana- que simboliza el fin último, el paraíso, obtenido tras una vida dedicada a la penitencia, la oración y la caridad. Junto a esta campanilla, colgando de otra cadena en plata lleva un péndulo de cristal para buscar agua, otra peculiaridad de la imagen ilicitana que no suele encontrarse en otras imágenes del santo; sin duda, símbolo de su constante búsqueda de Dios que le llevó a su retiro en el desierto egipcio.
En su mano izquierda porta el Evangelio abierto, hacia el que gira la cabeza con la boca entre abierta a modo de estar proclamándola, enseñándola a sus discípulos.
El atributo más destacable en la imagen del Santo abad y, por el cual es reconocido, es el cerdito a sus pies de ahí que se le llame popularmente también “Sant Antoni del porquet”. El cerdo ha obtenido con el tiempo doble significado. El principal es la representación del mal vencida por San Antón, alude a las conocidas “Tentaciones de San Antonio por el demonio”, de ahí que esté a sus pies. Recordar que el cerdo era uno de los animales prohibidos en el antiguo testamento, por lo tanto identificado con el maligno, por las enfermedades incluso mortales que transmitían al ser humano. La otra adquirida por los años y tras superar la identificación del cerdo con el maligno en el cristianismo, aún lo es en el Islam y Judaísmo, recuerda el patronato de este sobre los animales domésticos y ganados; y, la caridad de los monjes antonianos que soltaban cerdos marcados con la “Thau” para que el pueblo los cebasen voluntariamente y sirvieran de alimento para enfermos y pobres de sus hospitales.
La aureola, sencilla en material es rica en filigrana. En ella predomina una gran cruz flor de lis símbolo del buen camino y de la defensa del bien. El autor realizó una obra sencilla de poco coste pero cumpliendo la norma eclesial la de transmitir al pueblo el mensaje catequético, y este es bien rico. De esta forma, contemplando la imagen, se pueden reconocer las virtudes y méritos que le llevaron a la santidad.
La imagen data de principios del s.XIX, coincidiendo con las primeras iniciativas de recuperación y reedificación de la ermita en el mismo lugar donde se hallaba desde el s.XV, y que tras el deterioro y la llamada desamortización de Mendizábal fue derruida a principios del s.XIX y con ella la pérdida de la imagen o retablo anterior. Hay una historia acerca de la adquisición de la imagen y su procedencia que podemos encontrar publicada en distintos artículos y libros. Cuentan que: “D. Jose Mª Buck y D. José Miralles de Imperial en unos de sus viajes a Grecia, vio la imagen al visitar un templo de una comunidad religiosa, quedaron encantados y negociaron su adquisición para Elche que carecía en los ultimos años de imagen, aunque se seguía celebrando el porrate en la inmediaciones del Convento de San Jose debido, también, a la ausencia de su ermita.” Esta historia seguramente es así y fuesen estos ilustres ilicitanos con gran vinculación con nuestras tradiciones, quienes la adquirieran para el gremio. En cuanto a la procedencia griega de la imagen no es posible. La imagen no pudo ser adquirida en Grecia ya que la religión oficial y estatal es la Cristiano Ortodoxa perteneciente al Patriarcado Bizantino que prohíbe la realización y veneración de imágenes escultóricas. Solo pueden venerarse los llamados “iconos”, pinturas en tabla con características muy particulares. Además la imagen es típica de nuestra cuenca mediterránea (Cataluña, Valencia y Murcia).
La imagen no estaba expuesta al culto en ningún templo, ni oratorio. Permanecía en la “fabriqueta” de quien ostentaba la presidencia del gremio ilicitano de la industria alpargatera e industrias similares, del que era patrono desde 1.684. Colocada en un lugar privilegiado de la fábrica alpargatera, fue “testigo” del trabajo y quehaceres de un pueblo; compartiendo espacio con bancos para la alpargata, banquetas, esparto y cáñamo, herramientas y con aquellos hombres y mujeres que se esforzaban por llevar un salario a sus casas. Los días previos de la festividad era recogida la fabrica y engalanaban el lugar donde sería expuesto a la veneración del pueblo. La imagen solo abandonaba la fábrica el día de su festividad, el 17 de enero, cuando era trasladada en procesión-romería hasta su ermita por la mañana y donde tras la misa y el almuerzo familiar, regresaba a su fábrica.
Fue en noviembre de 1.971 cuando la parroquia de San Antonio Abad y la comisión de fiestas del barrio, quienes llevaban años colaborando en la organización de las fiestas, reciben la propuesta por parte de los representantes de aquel antiguo y extinguido gremio; de acoger y custodiar la antigua imagen del Santo y organizar sus tradicionales festejos para la pervivencia de esta tradición ilicitana.
Tomás Alarcón
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