Conociendo la devoción Asuncionista de Elche, que data desde el año 1.265, y que nos llevan a saber que hay unas primeras noticias de una posible Semana Santa que concretamente se refieren a la procesión del Domingo de Ramos, según consta en acta del Concejo Municipal allá en el año 1.371, no es comprensible que se tardasen años y años, en comenzar a aparecer nuevas imágenes para que la Semana Santa en Elche alcanzase más esplendor.
Las primeras noticias que aparecen en distintos escritos, se refieren al año 1.581 en que se funda la Cofradía de la Sangre de Cristo, incorporándose además el Cristo de la Columna, Ecce Homo y Nazareno, todas estas imágenes consideramos que a principio de ese año 1.581, ya que a fines del mismo año, existen noticias de la existencia de la imagen de la Santísima Virgen de la Soledad, denominada mas popularmente como Nuestra Señora de los Dolores, sobre la que haré este breve comentario.
Al igual que las imágenes citadas anteriormente, fue otro gremio Ilicitano el que fundó la Cofradía de la Virgen de los Dolores, concretamente la Nobleza Ilicitana junto con algunos militares que por entonces residían en nuestra Ciudad.
Lamentablemente se desconoce quién fue el autor de aquella bella imagen, destruida en los altercados producidos en Elche en el febrero previo al conflicto bélico del 36.
Estaba ubicada, desde tiempo inmemorial, en la Iglesia de El Salvador en el primer altar situado a la derecha del lado del Evangelio, donde actualmente están situadas las imágenes de la Virgen de Fátima y pastores, según D. Pedro Ibarra comenta en su Historia de Elche.
Durante aquellos años, la nobleza ilicitana la tomó como Patrona, y tenían el privilegio de llevar sus andas (cuatro personas), así como realizar la “TRENCÀ DEL GUIO”, que es una tradición que data de finales del siglo XVI y principios del XVII, marcando una expresión muy definida de las costumbres de este pueblo. Es una ceremonia muy singular que se realiza (salvo excepciones) a la llegada de la Virgen de los Dolores a la Plaça de Baix, y que consiste tras un breve ceremonial en romper como signo de reverencia y homenaje a la Virgen, la bandera que tres personas elegidas, portan al inicio de la procesión. Se conoce que en ninguna otra población se realiza otro acto como este y sabemos que en 1.841 fue D. Antonio Perpiñán quien rompió este guión en la Plaza de la Merced.
Esta imagen por Decreto Episcopal del Obispo Tormo en 1.785 goza del privilegio de procesionar en último lugar en el recorrido de Viernes Santo.
Y según el cronista José Montesinos (S.XVIII) el altar de la Virgen de los Dolores de la parroquia de El Salvador, era privilegio del Papa Pio VI.
Además de saberse que ya en el S.XVII se realizaba el Septenario en honor a la Virgen. Durante los siete días previos a la Semana Santa, la imagen de la Virgen ocupaba la centralidad de la parroquia ya que durante toda la cuaresma las iglesias eran despojadas de flores y ornamentos y sus altares e imágenes cubiertos de paños morados.
En este ambiente era cuando la Dolorosa ocupaba el altar Mayor de la Parroquia rompiendo esa atmósfera sobria, para presidir los cultos con sus mejores galas, candelerías y flores.
En 1.810, se realizó el primer traslado procesional de la imagen el miércoles de Semana Santa desde la Parroquia de El Salvador a la Basílica de Santa Maria con casi idéntico itinerario al que actualmente se hace.
Fue a mitad del S.XIX cuando la Semana Santa ilicitana tomo su auge particular. En esta época se engrandecieron los pasos existentes, y se añadieron otros nuevos como “La oración en el huerto”, “La negación de S. Pedro” o “La caída”. Es en 1866 cuando los nobles reformaron sus andas con trabajos de carpintería realizados por Francisco Fluxá Aznar, Julio Demory, pintor francés y Antonio Pascual Ripio hojalatero de esta población. Además, al paso, se le colocaron: “…sesenta bombas de cristal cuajado…” de donde la imagen adoptaría el cariñoso sobrenombre de “MAREDEU DES BOMBES”
Como consecuencias de desavenencias, y posiblemente por problemas económicos, en 1.898 la nobleza ilicitana cedió sus derechos al Excmo. Ayuntamiento y actualmente es quien ostenta su representación en nombre del pueblo de Elche, siendo su Presidente el Señor Alcalde de la Ciudad.
Una vez acabado el conflicto civil y concretamente en 1.939 el Ayuntamiento hizo el encargo de una nueva imagen de la Virgen de los Dolores al valenciano D. Andrés Lajarín, sucesor de D. Vicente Marco con el fin de procesionar. En 1.940 en coche oficial del Ayuntamiento, se trajo a Elche en brazos de la entonces camarera de la Virgen, Dña. Josefa Mira.
Como en 1.940, la Iglesia de El Salvador no existía, la imagen de la Virgen estuvo, hasta la construcción de la primera parte de El Salvador, (capilla de comunión) en la Iglesia de San José, desde donde comenzaron a realizarse los traslados del Miércoles y Viernes Santo.
En 1.949 y por encargo del Ayuntamiento de Elche, el tallista alicantino, Eduardo Botí construyó un nuevo trono de estilo barroco y su costo total, ascendió a 33.000 pesetas, era decorado en oro fino y realizado en madera de pino de Soria, con cuatro farolas de 16 brazos y su correspondiente luz en cada una.
Quisiera ahora fijarme en otros detalles relativos totalmente a la imagen física de la Virgen de los Dolores recientemente restaurada por D. José Vicente Bonete Ruiz.
Iconográficamente señalar como más importante, la presencia del corazón llameante traspasado por las siete espadas, dándonos a entender que estamos ante la veneración de los siete dolores de María, que fue promovida por la orden de los Servitas, desde su fundación en la Florencia del siglo XIV, venerada como a la Virgen Dolorosa.
El sínodo de Colonia de 1423, establecía la fiesta el 15 de septiembre, al día siguiente de la Exaltación de la Santa Cruz. Los dolores son una contemplación glorificada del amor y sufrimiento de la Virgen, en la profecía de Simeón, la huida a Egipto, la pérdida de Cristo en el templo, la calle de la amargura con Cristo cargando la Cruz, la Crucifixión y muerte, la Piedad, o sea el momento en que Cristo es puesto en brazos de su madre y la sepultura.
En el caso de nuestra imagen ilicitana, parece que está inspirada en la antigua Dolorosa de Elche. Tiene formas típicas de las Dolorosas clásicas Españolas, es una imagen de vestir, de pié y colocada en posición orante, pero con una característica muy inusual, prácticamente única, la de situar el corazón atravesado por siete espadas entre sus manos y no sobre el pecho. Esto parece ser que fue peculiaridad de la antigua imagen ilicitana, puesto que se menciona así en textos de la época
Tiene ambos brazos semiflexionados hacia adelante, y la articulación a la altura de sus codos, para facilitar el vestirla. También se conoce que las medidas, son aproximadas a las de la imagen desaparecida en 1.936, puesto que de aquella imagen, se salvaron ropas y la diadema que actualmente utiliza, confeccionada en 1.918 con un costo total de 200 pesetas.
Tiene ojos de cristal y la imagen aparece muy bien terminada en talla, simulando las formas de una mujer desde la cabeza con cabellos, (no siempre las imágenes de vestir tienen estos detalles) hasta sus pies ataviados de sandalias, sosteniendo estos, todo el cuerpo de la pieza.
En la policromía, lo más importante son las carnaciones; las zonas que simulan la piel, son de tez clara, sonrosada y morena de cabellos.
El corazón está policromado con tonos magenta y sobre estos con tonos dorados simula una llama de fuego, símbolo de su amor ardiente a Dios.
La peana sobre la que se sustenta, con forma octogonal, está realizada con un ensamblaje de madera policromada, con molduras doradas y el fondo con la técnica del mármol izado, en tonos tierras.
Como no debo extenderme mucho más por cuestión de espacio, no puedo acabar este escrito sin mencionar que en el año 2.000, el tallista Manuel Ángel Lorente realizó un nuevo trono para ésta imagen, lógicamente de mayores medidas que el anterior, pero manteniendo siempre gran cantidad de tulipas de cristal, “BOMBES” como decían antaño y que tan características son de este paso.
La próxima Semana Santa 2010, la cofradía celebrará el BICENTENARIO del primer traslado procesional acordado en Miércoles Santo, hecho que dio paso a la Semana Santa que conocemos hoy. Coincidiendo con este motivo se está restaurando el manto y la saya procesional, para que la imagen de Ntra. Señora siga procesionando de nuevo cada Miércoles Santo como el de aquél de hace doscientos años.
Francisco Sánchez Ferrer
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