SANTÍSIMO CRISTO DE LA MISERICORDIA

 

La imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia es la titular de la Cofradía que lleva su mismo nombre y que popularmente es conocida también como la Cofradía del Silencio.

La talla de la imagen fue realizada por el escultor Juan García Talens. Se hizo en los talleres de Mariano Benlliure, ubicados en Madrid, y data su finalización del año 1.942. Es una imagen de un Cristo crucificado de 1.80 metros aproximadamente, por lo que resulta impactante en su contemplación, tanto en su ubicación habitual en el deambulatorio de la Basílica de Santa María, como cuando se encuentra colocado en las andas o paso para realizar el traslado procesional. Cabe mencionar que durante una de las semanas de la Cuaresma la imagen es expuesta en el Altar Mayor de la Basílica, pues en esa semana, y más concretamente en sábado, la Cofradía celebra la Misa en recuerdo a sus cofrades difuntos. A su finalización se procede al besapiés de la imagen, siendo sin duda, junto a la Procesión, uno de los actos centrales.

Cada 4 o 5 años, la imagen participa en un Vía-Crucis organizado por los jóvenes de Santa María, en colaboración con otras Cofradías que tienen su sede canónica en Santa María. Transcurre éste por los alrededores de la Basílica.

La imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia fue encargada y sufragada por los hermanos Gabriel y Vicente Ruiz de Lope y Magno para reemplazar a la anterior, que fue destruida en el incendio provocado en la iglesia de Santa María el 20 de Febrero de 1.936 y que además de destruirla en el lugar en que era venerada, iba a ser también, como se dijo anteriormente, la titular de la Cofradía. De la misma manera se procedió al encargo de las andas. Éstas eran de color blanco, con adornos en pan de oro. Contaba con tres varales con capacidad para 12 costaleros o portadores. A cada lado de las andas tenía dos brazos articulados en los que iban otros tantos portadores. En las cuatro esquinas destacaban sus candelabros realizados en bronce. Así pues, eran unas andas con capacidad para 16 portadores a las órdenes de marcha de un Alet. Estas primeras andas no contaban con patas, por lo que en su estancia en la Basílica se sustentaban en dos caballetes de madera y, durante el desfile, los portadores de las andas llevaban “gayatas” de madera en color blanco que servían para apoyar el paso en las paradas.

Como iluminación, además de los 4 velones que iban en los candelabros, disponía de un faro alimentado por batería, cuya luz se dirigía al rostro de la imagen.

Estas andas fueron compartidas con la Cofradía de los Estudiantes, fundada por Vicente Ruiz de Lope y Magno, por lo que realizaban 3 procesiones en la Semana Santa. En concreto Miércoles Santo con los Estudiantes, Jueves Santo en la Procesión del Silencio y Viernes Santo en el desfile general y formando parte del Santo Entierro.

Con el paso de los años, y más concretamente en 1.983, se acordó, dada la antigüedad y precario estado de estas primeras andas, la realización de unas nuevas. Así pues, se encargó a Jesús Peña (carpintero) y José Aniorte (tallista), siendo realizadas en Elche entre los años 1.984 y 1.986. Como material se empleó madera de haya, resultando las dimensiones de la parihuela de 2x3 metros y disponiendo de 4 varales. Estos disponían de patas fijas para su apoyo, no siendo necesaria la utilización de gayatas para sostener el paso en las paradas. No obstante, se hicieron bastones de la misma madera rematados por una cruz en lo alto, para que, como en el anterior, sirvieran para golpear los mismos en el suelo durante la marcha del paso, ya que era una de las características que anunciaban la llegada del paso, puesto que la procesión era acompañada por fieles sin vesta que portaban velas de cera y, dada la gran afluencia, se hacía larga la distancia de la cabeza de procesión y el paso.

En la primera época, desde 1.944, fecha del primer desfile, hasta 1.986, en que aparecen las segundas andas, un solo tambor era el acompañamiento en la procesión. Éste sonaba con un solo golpe fuerte y seco cada 8 o 10 pasos de marcha. A partir de los años 90 se incorporaron dos tambores más, uno colocado en la cabeza de procesión, junto a la Cruz de Guía, que era un Cristo crucificado, otro que iba quedando hacia mitad del recorrido y el tercero junto a la segunda Cruz de Guía, ya en las proximidades del paso junto a los cofrades de vesta que llevaban gruesos velones de cera.

Una de las características de la Procesión del Silencio es el apagado de las luces de la calle, tanto de las del alumbrado público, para lo cual siempre se ha contado con la colaboración del Ayuntamiento, como de las luces de índole particular que pertenecen a numerosos comercios, los cuales colaboran con la Cofradía a crear ese ambiente de recogimiento. Es de significar el grandísimo agradecimiento de la Cofradía por el esfuerzo desinteresado de todos ellos.

Retomando un poco la cuestión de estas segundas andas, inicialmente se realizaron para una capacidad de 40 portadores. El paso tenía un peso muy considerable y, como la cofradía realizaba dos traslados, uno el Jueves Santo y otro el Viernes Santo, se hacía necesario contar con más de 40 portadores, por lo que en apenas 2 o 3 años el número era de 80 y, como una gran mayoría querían llevar el paso, se optó por modificar la disposición de los varales con la colocación de dos más, uno en cada lateral, en los que cabían esos 40 puestos para portadores. Se modificó más tarde la parte inferior de la mesa, siendo realizada en metal, y a las patas se les dispuso ruedas con el fin de poder ser movido durante su estancia en la Basílica sin la necesidad de la presencia de todos los cofrades portadores. Dichas ruedas eran removidas antes de la salida de la procesión y nuevamente colocadas a la finalización de la misma.

Para estas segundas andas se aprovecharon los candelabros del primer paso. Así también es de indicar que por decisión de la Cofradía, quedan sin decorar, pues en ese momento se veía con agrado el color material de la madera, por lo que simplemente fue lacado como medida de protección ante la intemperie y durante el tiempo de permanencia en que era guardado. Pero, no obstante, la idea era que más adelante fuera decorado de alguna manera. Cuando a principios del año 2.000 nos propusimos llevar a cabo la decoración, nos encontramos con que lo que queríamos nos suponía un coste demasiado elevado, casi era mejor realizar uno nuevo, por lo que finalmente se optó por la realización de unas nuevas andas. Como el tiempo no era problema, puesto que las segundas andas estaban para aguantar muchos años, se iniciaron contactos con varios talleres, tanto en las cercanías de la ciudad, como en Castilla La Mancha, y finalmente en Andalucía, más concretamente en Sevilla. Después de varias visitas a talleres, y llevándoles la idea de lo que queríamos, se decidió que fueran los talleres de los hermanos Caballero los que realizaron la obra de las actuales andas. Así, en 2.003, se firma el encargo de realización y, a la finalización, a primeros del 2.006, estuvieron en la ciudad, listas para el desfile de Semana Santa de ese mismo año. Estas andas fueron muy bien acogidas, dispensándoseles críticas muy favorables. Pero ante todo la cofradía fue la que quedó muy satisfecha, pues se mantenía la seriedad y rigor que la caracteriza, y además resultó un paso de gran belleza artística tanto en lo que se refiere a la talla como a los detalles de orfebrería en plata, con lo que pasó a ser uno de los más notables, junto a otros igualmente bellos con los que cuenta la ciudad de Elche.

Para los ilicitanos que tenemos la suerte de vivir en nuestra querida ciudad, es de sobra conocido que la imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia cuenta con una gran devoción, pudiendo ver el Altar en el que se encuentra siempre adornado de flores, de sus numerosas visitas para orar ante Él. Es anecdótico el que muchas parejas de recién casados depositan sus flores en el Altar del Cristo, así como muchos fieles se acercan para tocar con sus manos los pies del Cristo, dado que la imagen es accesible y se llega con facilidad a sus pies. Precisamente esto llevó a la Cofradía a tener que restaurar la decoración de los pies, y de paso se procedió a un examen minucioso de la imagen, que fue realizado en el año 2.003. Se procedió a la limpieza de la imagen, recuperación de policromía de los pies, que era lo más afectado, y además se examinó radiológicamente la imagen para saber el estado de conservación de la madera, ensambles, etc. Por ello, durante un período de algo más de 3 meses, la Basílica quedó sin la imagen del Cristo, pero en su Altar sí estaba la Cruz con una corona de espinas y un sudario, que nos fue proporcionado por la Cofradía de la Caída. Acabados los trabajos de restauración, el Cristo fue de nuevo colocado en su cruz y en su Altar, donde es venerado.

La Cofradía ha pasado, como todo ser vivo, por distintas etapas, con momentos buenos y menos buenos, pero ha sabido conservar su estilo tradicional. Cuenta con la suerte de ser una de las más queridas, buena fe de ello lo dan las más de 10.000 personas que nos acompañan año tras año, llevando sus velas encendidas. Ha sabido mantener el legado recibido, mantiene fiel su tradición y hoy miles y miles de ilicitanos saben que a las 11 de la noche del Jueves Santo se abre la Puerta Mayor de Santa María para dejar salir al Santísimo Cristo de la Misericordia y realizar la Procesión del Silencio.

Vaya para esos miles de fieles que nos acompañan nuestro más sincero agradecimiento, pues por ellos y para ellos la Cofradía pone todo su empeño, para que año tras año esté en la calle nuestra muy querida y venerada imagen.

Finalmente agradecemos vuestra amabilísima invitación para que realizáramos un artículo para la Revista “Ilicitano Ausente”, que diera a conocer nuestra imagen Titular a quienes se encuentran lejos de nuestra ciudad. Recibid un cariñoso saludo y los mejores deseos de parte de la Cofradía.

José María Ruiz de Lope y Fluxá