Todos los iicitanos sabemos de la escasa calidad de nuestros dátiles. Esto se debe a que no nos hemos preocupado de seleccionar ejemplares hembras productoras de frutos de buena calidad. En pocas palabras, que al no haber homogeneidad genética en nuestro palmeral, cada palmera produce "sus" dátiles, difícilmente iguales a otros.
Esto puede ser, y de hecho es, una desventaja con vistas al comercio de los dátiles, pero tiene la contrapartida de que gracias a ello tenemos un palmeral con un material genético muy variado.
En cualquier caso y actualmente, dentro de nuestro variopinto palmeral tenemos dátiles excelentes (los menos), buenos, y menos buenos (los más). Y según sus características generales, nuestro pueblo ha denominado a sus dátiles de una manera particular. Citaremos algunos de esos nombres.
Dátil bollior: es aquel cuya calidad mejora al someterlo a la acción del agua hirviendo o del vapor de agua (dátiles al "vaho"). Suele tratarse de dátiles de consistencia firme, color amarillo y sabor áspero. Cuanto menos adustos, mejor es el resultado.
Dátil cabirot: se trata de un dátil fertilizado, de tan gran tamaño, que no llega a madurar.
Dátil candit ("candío"): es aquel dátil que se deja madurar en la palmera, pero aun así, queda áspero, debiendo ser almacenado (mejor, al sol) para que termine de secarse y pierda su aspereza.
Dátil encarnat: es aquel cuyo color es rojo en lugar de verde o amarillo. Luego, cuando madura, su color oscurece. Suele ser dulce y sabroso. La imagen de los racimos de dátiles encarnats, en el momento de máxima intensidad cromática, colgando de la palmera, iluminado por la luz otoña, es toda una belleza.
Dátil de rabosa: fruto del chámero o palmito. No es comestible.
Dátil farinós: es aquel cuya pulpa ha adquirido una textura harinosa, a causa de la parasitación producida por un insecto: el flaret.
Dátil granat: es cualquier dátil que ha sido previamente fertilizado (o "entaconado"). Se trata pues de un fruto bien desarrollado, aunque esto no es en absoluto garantía de calidad.
Dátil marranero: se trata de aquel tipo de dátil de tan mala calidad que no es apto para el consumo, destinándose como alimento para el ganado.
Dátil maúr o maduro: es aquel que entra en sazón, o madura en la palmera alcanzando en ella una tonalidad marrón que oscila desde oscuro a caramelizado. Cuando se oprime entre los dedos, la piel se separa de la pulpa con facilidad. El sabor suele ser bueno.
Dátil neulat: es el fruto de una palmera que no ha sido entaconada o polinizada. Normalmente no tiene hueso o es muy pequeño. Su pulpa es escasa y de mala calidad.
Dátil obat o aobat: variedad de dátil que se trata con vinagre al objeto de mejorar su sabor. Los dátiles para obar (o adobar) se sumergen en vinagre durante muy poco tiempo. Después se escurren y se mantienen tapados en la oscuridad alrededor de 24 horas. Pasado este tiempo, su calidad ha mejorado notablemente y está listo para el consumo.
Dátil pansit: es un dátil arrugado y deshidratado. Suele superar en dulzor al tierno o fresco. Algunas variedades de dátiles, como el candil y el tenat, terminan siendo pansits.
Dátil perdiguero: es un dátil que no llega a madurar de forma espontánea debiendo ser mejorado sometiéndolo al tratamiento con vinagre (ver dátil obat).
Dátil piñolenco: se denomina así aquel dátil que tiene el hueso o semilla muy grande en relación a la pulpa.
Dátil primerenco: es aquel dátil que madura con antelación a la época normal de la cosecha.
Dátil tardano: lo contrario del anterior, es decir, el que madura muy tarde, cuando termina la época de la cosecha.
Dátil tenat: dátil que se ha dejado desarrollar y secar en la palmera, donde adquiere todo su sabor. No es maduro, puesto que la piel queda adherida a la pulpa. Suelen ser dátiles de excelente calidad y sabor muy dulce.
Dátil tendre: es aquel dátil de color amarillo o rojo, e incluso verde, pero dulce y sabroso. Es un dátil muy apreciado por los ilicitanos. Un dátil tendre, dulce y no áspero es un verdadero manjar.
Dátil tocat: es aquel que no llega a madurar del todo, quedando la mitad madura y la otra mitad verde.
Lo ideal sería no tener que manipular dátiles de regular o mala calidad para mejorarlos, sino obtenerlos de primera desde su origen, es decir, de la palmera, al igual que ocurre con determinados tipos de naranjas, manzanas u otras frutas, todas ellas de la misma calidad, aspecto, sabor, etc.
En ello estamos. Ya se han clonado variedades de palmeras cuyos frutos son de reconocida calidad. Algunas de ellas proceden de África, como la Medjoul. Otras son clonadas de una palmera de Elche que estaba en el Huerto del Trabalón y que llamaban la Confitera, de excelentes frutos.
En cualquier caso la terminología datilera sigue siendo algo consustancial con nuestro pueblo.
Francisco Orts Serrano
Médico Pediatra e Ilicitano Ausente
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